CATEDRAL DE PLASENCIA: catedrales de España que merece la pena visitar

La catedral de Plasencia (Cáceres) está formada por dos edificaciones: la vieja, antigua o de “Santa María” y la nueva, dedicada a la Asunción a los Cielos de Nuestra Señora.

Ambas edificaciones, la Catedral Nueva y la Catedral Vieja o de Santa María, forman el conjunto arquitectónico y artístico más relevante de la ciudad. Las dos están incompletas. La primera tiene cabecera y crucero, faltándole las naves del cuerpo y el hastial o fachada de los pies de la iglesia. La segunda carece de cabecera y crucero, que fueron derribadas para construir la Nueva. Exteriormente una fractura plástica, no muy convincente, une las dos catedrales. El conjunto goza de una diversidad de espacios, de fachadas, de figuras,… que produce las delicias del visitante. La Catedral Nueva es más espaciosa, lujosa y moderna que la Antigua, que es más austera y primitiva; también más intima y misteriosa.

La Antigua Catedral está declarada como Bien de Interés Cultural y cuenta con la protección de ser patrimonio histórico de España. Previamente a esta categorización, fue considerada como Monumento histórico-artístico y pertenecía al Tesoro Artístico Nacional, en el año 1931.

Origen e Historia de la Catedral de Plasencia

El rey castellano Alfonso VIII fundó la ciudad de Plasencia en el año 1189. Quiso crear un importante núcleo de población que hiciese frente a los musulmanes, situados al sur, y que limitase el territorio al rey cristiano de León que reconquistaba las regiones del oeste peninsular.

Unida a la fundación de la ciudad surge la creación de la Sede Episcopal de Plasencia. Administraría una amplia Diócesis que hoy comprende desde las tierras de Béjar hasta las de Trujillo. Las catedrales de Plasencia serán símbolo de la religiosidad que ha tenido históricamente este pueblo y de la   importancia de la organización eclesiástica en estas tierras.

La Catedral Vieja de Plasencia

La catedral vieja o antigua de Plasencia, actual Museo Catedralicio de Plasencia, es un edificio que supone un ejemplo interesante de transición del románico al gótico y constituye una de las edificaciones más notables de la localidad.

Al románico pertenecen los fustes y los capiteles de sus columnas; al gótico, sus arcos y ventanales, descubiertos éstos con motivo de su restauración.

Su construcción comenzó a principios del siglo XIII y las últimas aportaciones protogóticas se dieron en el siglo XV. Durante estos siglos las obras corrieron a cargo de maestros como Juan Francés, Juan Pérez o Diego Díaz. En 1931 se incluyó en la lista de Monumentos Nacionales en el conjunto de Bienes de interés cultural.

Cabe destacar la Torre del Melón, antigua Sala Capitular, que sigue el modelo de torres linterna del grupo de cimborrios leoneses.

En el muro que separa las dos Catedrales, se ha colocado un retablo barroco que se utilizaba para hacer la exposición del Santísimo el día del Jueves Santo. Es de estilo barroco portugués y se pueden admirar altos relieves relativos a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Coronado todo el retablo, el jarrón y las azucenas, símbolo de la Virgen, a quien estaría dedicado este retablo.

En la hornacina principal se ha colocado un cristo de marfil (finales del s.XVIII) que según Mélida, dice que “fue regalado por la reina María Luisa al obispo D. José Laso”. De factura italianizante, el crucificado aparece con la cabeza levantada. La cruz es de madrea fina con cantoneras y cartela de plata.

La nave de la epístola está dedicada a la Virgen de los Dolores, imagen de ejecución reciente (1959), y la del evangelio al venerado Cristo de los Doctores, imagen gótica primitiva. Ambas esculturas son cobijadas por retablos barrocos.

CLAUSTRO

Corresponde al estilo y época de la catedral antigua: reminiscencias del románico en sus columnas y capiteles, con escenas bíblicas y gótico en los arcos y bóvedas de crucería. Es un bello claustro rectangular, de inspiración cisterciense, que sirve de unión entre ambas catedrales. En su centro se levanta una fuente gótica (s.XV), con armas del Obispo y Cardenal D. Juan de Carvajal.

Si el visitante se detiene en el ala este del claustro podrá observar la unión de las dos catedrales. Los muros de la Catedral Nueva avanzaban en su construcción derribando y utilizando las piedras de la Catedral antigua para consolidar sus muros.

CAPILLA DE SAN PABLO

Desde el claustro se puede acceder a una de las sorpresas más agradables de este edificio religioso: la capilla de San Pablo, antigua sala capitular de la Catedral y conocida popularmente como “la torre del Melón”, llamada así por culminar en su exterior con una bola gallonada, remate parecido a un melón abierto. La parte exterior de esta torre está recubierta de escamas de cantería de clara inspiración bizantina. Su interior es de forma cuadrada con cúpula octogonal.

Su configuración recuerda los cimborrios de la Catedral de Zamora, Colegiata de Toro y a la Torre del Gallo de la Catedral de Salamanca.

PORTADA OCCIDENTAL

Esta puerta es un ejemplo depurado del románico final, con arco de medio punto y seis arquivoltas que descansan sobre columnas románicas y capiteles con formas zoomórficas y vegetales. Las jambas terminan en punta de diamante. Encima del arco, en sencilla hornacina, se contempla un grupo escultórico, tallado en piedra, de la Anunciación de nuestra Señora, que aparece también, sobre el espléndido rosetón en pequeña imagen y ante ella un ángel orante.

La Catedral Nueva de Plasencia

Comenzó a construirse en el año 1498 y continuada a lo largo del siglo XVI dentro del estilo gótico-renacentista.

Fue construida con aportaciones de arquitectos tales como Juan de Álava, Alonso de Covarrubias, Francisco de Colonia, Rodrigo Gil de Hontañón y Diego de Siloé, entre otros. En sus orígenes, se pretendía que la nueva catedral sustituyese a la antigua. Sin embargo, varios problemas fueron obstáculos para ello y se vieron obligados a paralizar sus obras en 1578. Mientras que la vieja, quedaba a medio derruir.

Resultan objeto de especial interés, dentro del nuevo edificio catedralicio, el coro, que sigue la línea de las sillerías de coro españolas del siglo XV, donde se muestran los sitiales de los Reyes Católicos, y la Cátedra del Obispo, que son obra del tallista Rodrigo Alemán. El retablo mayor, tallado por el imaginero Gregorio Fernández y su escuela vallisoletana, con pinturas de los madrileños Francisco Rizi, Luis Fernández y Mateo Gallardo.

Se trata del mayor templo de Extremadura y el que tiene más cantidad de ornamentación de la comunidad autónoma.

EL RETABLO DE LA CAPILLA MAYOR

Es un retablo barroco y está organizado en tres cuerpos y seis calles. En él se funden arquitectura, escultura y pintura con el fin de atraer a los fieles.

La parte escultórica es obra del maestro vallisoletano Gregorio Fernández. Desarrolla temas iconográficos propios de la Contrarreforma. En el banco del primer cuerpo talla temas de la Pasión, que recuerdan a los pasos procesionales que el autor realizó para la Semana Santa castellana.

En la calle central del segundo cuerpo está representado el momento en que la Virgen, patrona de la catedral, representada como Inmaculada, es elevada al cielo en medio de un coro de ángeles, mientras los apóstoles se agrupan en torno al sepulcro vacío. El grupo se concibe a la manera de un gran cuadro. Rompe el espacio, el marco natural, desbordándose con energía por el zócalo y los laterales. La contraposición de las miradas de los apóstoles, unas dirigidas al sepulcro y otras al cielo, conducen y guían las del espectador en un movimiento zigzagueante. El calvario centra las imágenes del tercer cuerpo. Desde el frontón, que corona el ático, el Padre Eterno domina todo el espacio catedralicio.

En cuanto a las pinturas destacan dos obras de Francisco de Rizzi: La Anunciación y la Adoración de los Pastores. En la primera, las líneas oblicuas descritas por el ángel y por María, los exquisitos contrastes de luz, el rico colorido y la factura suelta lo sitúan entre los más bellos cuadros de la pintura barroca. La Epifanía y la Circuncisión son obra de los pintores Luís Fernández y Mateo Gallardo respectivamente.

SEPULCRO DEL OBISPO PONCE DE LEÓN

En el presbiterio, al lado del Evangelio, se encuentra un sepulcro con la escultura orante del que fuera obispo de esta diócesis en el siglo XVI, Ponce de León; intelectual, amigo del rey Felipe II y, según la inscripción latina realizada en la parte de abajo, protector de pobres y de doncellas huérfanas. Las vestimentas y los símbolos episcopales están muy bien trabajados y esculpidos en el duro mármol, en la línea renacentista de constatar las atribuciones del personaje. En la nueva restauración la pintura de las pilastras han reforzado los marcos del sepulcro.

PORTADA DE LA SACRISTÍA

Frente al obispo Ponce de León está situada la puerta de la sacristía, realizada por Francisco de Colonia y Juan de Álava en estilo plateresco. Destaca la iconografía del dintel de la puerta, en el que dos ángeles, asidos con un brazo al escudo del obispo Álvarez de Toledo, mientras con el otro dan de comer a dos aves, representan el carácter benefactor del obispo. Encima del dintel aparece la Anunciación que, realizada con enorme sutileza, tiene influencias florentinas.

LA SILLERÍA DEL CORO

Es otra de las joyas artísticas de la Catedral. Es de madera de Nogal. Cientos de figuras fueron talladas a finales del siglo XV por el maestro Rodrigo Alemán. Predominan las de temas religiosos, pero en los brazos y en las misericordias están representadas escenas históricas y escenas y personajes de la vida cotidiana que constituyen un buen documento de la época. A veces, aparecen temas alejados de la ortodoxia religiosa, que son difíciles de explicar en un lugar sacro como la Catedral. Las interpretaciones que han dado los estudiosos van desde la tolerancia social de la época, hasta las posibles discrepancias entre el clero regular, que normalmente es criticado en las tallas de la sillería, con el clero secular, que eran quienes controlaban la catedral y sus obras.

El Coro se realizó para la Catedral Vieja y se adaptó, después, al lugar que hoy ocupa en la Nueva.

Juan Bautista Celma, en 1606, concluyó la magnífica rejería. Tiene forma abalaustrada y posee una delicada decoración de influencia plateresca.

EL ÓRGANO

Está enmarcado dentro del grupo de órganos románticos de principios de siglo XX. La caja del órgano es barroca del siglo XVII y contiene figuras esculpidas en la piedra que están llenas de movimiento y de expresividad. Son símbolos de la música. A la izquierda se encuentra la estatua de Jubal, que fue “el padre de los que tocan la cítara y la Flauta” y a la derecha la estatua de Orfeo tañendo la lira.

PORTADA NORTE

Corresponde a la puerta principal de la Catedral Nueva. El diseño general y la ejecución de los cuerpos de abajo pertenecen al maestro Juan de Álava, que también realizó la fachada de los Dominicos en Salamanca. En los cuerpos superiores intervinieron Siloé y Gil de Hontañón. La portada pertenece al Plateresco, periodo artístico del Renacimiento español. Álava se encontró con un espacio gótico de tendencia vertical al que era difícil adosarle unas estructuras ornamentales renacentistas de tendencia horizontales.

El problema lo resuelve el maestro, perfectamente, colocando, entre los dos contrafuertes del edificio que servirían de marcos de la puerta, cuatro cuerpos clásicos con sus correspondientes columnas y entablamentos. Cada cuerpo se compone de tres columnas a cada lado que rematan en el clásico frontón. El ritmo curvo de la puerta asciende a través de pequeñas bóvedas hasta ser coronado por un frontispicio curvo desde donde el Padre eterno preside toda la portada y el espacio de la plaza de la catedral.

La exquisita decoración que adorna la piel del muro y su rico contenido iconográfico convierten a este acceso en una joya del patrimonio artístico español.

En la parte alta de la puerta los canteros dejaron grabada la fecha de su terminación. Si fijan su mirada podrán leer: “1558 se acabó esta portada”.

PORTADA SUR (EL ENLOSADO)

Es uno de los rincones mágicos del entorno de la Catedral y de la Ciudad. Está enmarcado por la Puerta sur llamada popularmente del Enlosado, la Torre de aspecto defensivo del siglo XIV que perteneció a la catedral Vieja al este, la Torre románica de influencia bizantina de la sala capitular al oeste y cierra el espacio el muro con la balaustrada que se sitúa por encima de la muralla. El contraste entre los ritmos plásticos y escultóricos de la Torre del Melón, la estructura clásica de la portada, que rememora un arco de triunfo, y la torre fortaleza forma un espacio monumental, difícil de superar. El Enlosado recuerda al Patio Chico de las catedrales de Salamanca, con la Torre del Gallo y la fachada sur de la Catedral Nueva, sin embargo este rincón es más reducido, más cercano y más entrañable.

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