Desde esta mina, situada en la población de Torrejoncillo del Rey (Cuenca, Castilla la Mancha), se surtía de cristal de Hispania al Imperio Romano.
Esta antigua mina romana, se localiza en una pequeña elevación conocida con el nombre del cerro de «La Mora Encantada», un lugar cargado de leyendas, como la de la existencia de los tesoros y encantamientos de una Princesa Mora.
Fue redescubierta en el año 1953 por un vecino del pueblo que, en pos de las presuntas riquezas, excavó uno de los pozos romanos hasta alcanzar el interior subterráneo.
El minado es una explotación de yeso especular o selenítico en la que los romanos explotaron el famoso lapis specularis o cristal de Hispania, un yeso transparente de grandes cristales que en época romana se utilizaba a modo de cristal para ventanales y otros usos.
Es uno de las cientos de minas descubiertas en la zona. Tiene más de mil metros de recorrido, con tres niveles de explotación. Hoy es posible sumergirse en la Historia adentrándonos en la profundidad de una mina con 2.000 años de antigüedad en la que salas y galerías, muestran las huellas de herramientas mineras junto a un universo geológico cristalino presente en las paredes y techos de esta espectacular cavidad.
En la actualidad y desde el 2003, la mina ha sido intervenida arqueológicamente por el equipo del Proyecto Cien mil Pasos Alrededor de Segóbriga que estudia la minería romana del lapis specularis. Los trabajos han permitido una primera aproximación al minado, revelándose éste, por sus características, como una de las minas más interesantes del distrito minero romano de lapis specularis.
La explotación de la mina se gestó mediante el método de cámara y galerías, habitual en la minería antigua subterránea; cuenta con dos pozos de extracción (uno de ellos de 25 metros), y con una entrada en pendiente con escalones tallados a pico, que facilitaba tanto el acceso a la mina como a la propia extracción del mineral.
La principal característica de la mina de la Mora Encantada en lo que respecta a la investigación de la misma, estriba en la ventaja de la relativa actualidad de su redescubrimiento, es decir, la mina desde época romana ha permanecido oculta hasta que volvió a reabrirse a mediados del siglo XX, por lo que, al contrario de la mayoría de minados del distrito minero, apenas ha sufrido la injerencia del tiempo y de otras épocas, en donde las minas han sido utilizadas como refugio, necrópolis, vertederos, etc.
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