Se llama barquillero a una persona que vende barquillos. En particular, fueron muy populares en el siglo XIX y comienzos del XX los barquilleros que vendían su producto en la calle.
Los barquillos son unos dulces basados en una hoja delgada de pasta, hecha con harina (sin levadura), azúcar o miel, y por lo general canela. El barquillo era calentado en moldes cuya figura era convexa o en forma de barco (de donde procede su nombre) aunque en la actualidad cuenta con la forma de canuto que todos conocemos.
Historia y Origen del barquillo
El origen de los barquillos nos lleva hasta principios del cristianismo. En esta época los barquillos eran derivados del pan divino (pan de ángel) y eran repartidos a los fieles en las iglesias. Desde entonces su composición ha ido evolucionando ligeramente. En los monasterios copiaban las recetas, las realizaban y las modificaban para ser posteriormente vendidas al público. Y entre estas recetas se encuentra la de los barquillos.
Los primeros utensilios encontrados para fabricar barquillos datan de 1440 y llevan grabados los escudos heráldicos de la casa real de Aragón. Se cree que estos instrumentos pudieron pertenecer a Juan II de Navarra y Aragón. El objetivo de esta decoración heráldica no era otro que mostrar la supremacía y poder de la corona y del rey de Aragón.
Los barquillos han pasado a la historia como postres exquisitos que eran consumidos en la mayoría de las mesas de reyes, burgueses, y grandes señores, aunque posteriormente comenzaron a venderse por las calles. Originalmente fueron confeccionados por panaderos como dulces derivados del pan. Posteriormente la especialización de oficios dio origen a los llamados obleros o barquilleros, quienes se encargaban de hacer la pasta y dar forma a las obleas, llegando a figurar entre el personal de cocina de reyes y grandes señores. Según los escritos encontrados, los barquillos se servían acompañados de vino.
En Santillana del Mar (Cantabria) se encuentra el Museo del Barquillero, en el cual puedes conocer la historia de la tradición del barquillero y en donde toda la planta baja es una gran tienda de dulces y chucherías, todas preciosas y bien colocadas y exhalando un ólorcillo que te da ganas de comprar unos pocos kilos.
Hoy en día la figura del barquillero apenas existe, pero ha sido recuperada en algunas ciudades como Madrid. Se suelen situar en plazas y parques y son habituales en las ferias y verbenas.
Barquilleros de Madrid
En numerosas ciudades han aparecido historias y personajes ligados al barquillo. Una de las más destacadas surge en Madrid, donde es típica la figura del barquillero. Generación tras generación estos barquilleros mantienen viva la tradición y en la actualidad es posible verlos vestidos de chulapos, con la barquilla y cestas de mimbre llenas de barquillos en lugares tan señalados como la Plaza Mayor, el Retiro o la Plaza de Oriente en fechas destacadas como las fiestas de San Isídro o algunos domingos de primavera o verano.
Una de las principales figuras del Madrid castizo era o es el barquillero que llevaba la barquillera a cuestas llena de barquillos con una ruleta en la que los clientes podían probar suerte.
¡Barquillos de canela para el nene y la nena! ¡Barquillos de coco que valen poco! ¡Barquillos de canela y miel, que son buenos para la piel! ¡Barquillos de vainilla, que maravilla!
Los barquilleros de Madrid, ataviados con el traje tradicional de chulapo, llevan una cesta metálica con una ruleta donde, en su interior, se guardan los barquillos, y en su parte superior se puede jugar al juego de El Clavo. El Clavo consiste en tirar de la ruleta, si hay varios participantes, el que saca la cifra menor paga todos los barquillos. Si hay una sola persona, se paga una pequeña cantidad y se gana un barquillo en cada tirada, salvo que se caiga en la casilla del clavo, donde se pierde todo lo ganado. El clavo es uno de los cuatro tornillos que sujetan la ruleta. ¿Te animas a probar suerte?
A finales del siglo XIX y principios del XX, una de las formas de acercarse los mozos a las jovencítas era ofrecerle una tirada de ruleta del barquillero por si tenía suerte y así iniciar una conversación con un barquillo.
La figura del barquillero aparece en numerosas zarzuelas, sainetes… como figura típica de Madrid pero por desgracia, es un oficio a desaparecer. La profesión de barquillero artesanal se está perdiendo y en Madrid quedan muy pocos.
FAMILIA CAÑAS
La familia Cañas es la única barquillería que queda en Madrid, un recoleto obrador en Lavapiés, donde la quinta generación de una familia castiza fabrica este crujiente y sabroso dulce.
Ellos son los últimos barquilleros de Madrid, los únicos que se dedican a fabricar de manera artesanal y a vender esa crujiente golosina elaborada con ingredientes sencillos y naturales.
La receta original consiste en: harina, azúcar, un poco de aceite, un chorrito de agua, esencia de canela o de vainilla y coco rallado para dar consistencia. Otro dato a tener en cuenta es que el barquillo tiene que ser crujiente, no debe de quedar demasiado fino y que alcance un color de oro viejo. Tampoco se desea que tengan un sabor demasiado dulce y que, cuando se sujete en la mano, no se rompa.
Estos artesanos barquilleros no solo se han limitado a lo tradicional porque, también han querido pasar a los anales de la gastronomía con su innovación propia bañando con chocolate algunas de las galletas y canutos.
Ya saben. Si van a Madrid y pasan por el número 25 de la calle Amparo, no se olviden de llevarse de recuerdo alguno de sus suculentos barquillos a un precio irresistible.
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