Cala Saona es una pequeña playa de Formentera (Baleares) que, a pesar de su corta extensión (escasos 140m de longitud), es una de las más bellas que se pueden visitar.
Su tranquilidad y belleza característica hacen de esta cala un sitio de visita obligada para el turista. Sus aguas de color turquesa junto a los acantilados de arcilla configuran un contraste de colores increíbles.
Rodeada, como no, de restaurantes y quioscos en los que se puede comer o refrescarse con alguna bebida al mismo tiempo que se disfruta de las maravillosas vistas que ofrece la vecina isla de Ibiza, o si ir tan lejos, de la costa de Punta Pedrera, o de los bellos acantilados de Punta Rasa, a los que se puede acceder fácilmente a pie, ya que están a escasos 10 minutos de la playa.
Desde la playa de la Saona en dirección al cabo de Barbaria, donde también podrás ver un precioso faro, hay un paseo por arriba del acantilado muy interesante. Al comienzo del verano cuando todavía hay nidos y muchas gaviotas jóvenes, es fantástico ver como se juntan cientos de gaviotas en los acantilados y pelean por el espacio y por sus polluelos.
Las condiciones marinas y subacuáticas son aptas para fondear embarcaciones en este entrante de mar en forma de u. La profundidad en esta cala expuesta a los vientos del oeste-noroeste-norte disminuye suavemente, localizándose los mejores caladeros frente a la playa, a un hectómetro. A 70 metros al oeste de Punta Rosa existen rocas sumergidas a dos metros de la superficie.
Todos hemos escuchado alguna vez que las aguas de Formentera no tienen nada que envidiar a las del Caribe y son playas como esta las que, probablemente, alienten esa afirmación.
El agua de Cala Saona es lo primero que llamará la atención del que la visite, puesto que su intenso color turquesa resalta inevitablemente ante los ojos de cualquiera; te recomendamos realizar buceo o simplemente hacerte con una gafas para contemplar el fondo del mar, es un espectáculo. El suave desnivel de la playa (a 40 metros de la orilla se llega a los 180 cm de profundidad) la hace idónea para la familia.
Pese a que no es una cala que destaque por su gran tamaño, posee elementos muy atractivos para su visita como su fina arena, el entorno que la rodea (un frondoso y verde bosque de pinar) y las espectaculares vistas que ofrece ya que, en días de calma, puede observarse desde allí el islote ibicenco de Es Vedrà.
Una de las ventajas más importantes de esta playa es que se puede acceder a ella mediante el servicio de autobús de la isla.
El acceso por carretera es sencillo siguiendo la señalización viaria y los desvíos. El vehículo particular, ciclomotor o bicicleta se podrán estacionar gratuitamente por los alrededores.
Además de contar a su alrededor con hotel, restaurante y chiringuito, Cala Saona dispone de un servicio de alquiler de hamacas, de sombrillas y de velomares que harán las delicias de los más pequeños.
La Isla de Formentera
La isla de Formentera tiene una extensión de 83,2 kilómetros cuadrados (una longitud de 14 kilómetros de este a oeste, ocho de norte a sur y 69 de costa) y 8.000 habitantes. Es la isla habitada de menor tamaño de las Baleares y la más meridional.
Se encuentra situada al sur de la isla de Ibiza, de la que está separada por un canal de 3,6 km. Su punto más próximo en la Península Ibérica es Denia (Alicante), a 100 km.
Formentera es uno de los últimos enclaves paradisíacos que quedan en Europa, enfrente de las costas de Ibiza… ¡el Caribe apenas una hora de vuelo desde los principales aeropuertos españoles!