La cascada Orbaneja del Castillo está en una localidad muy curiosa y pintoresca del mismo nombre y situada en el Valle de Sedano, provincia de Burgos, comunidad autónoma de Castilla y León (España).
Este municipio cuenta con apenas 50 habitantes y es una de las localidades más bellas de la provincia burgalesa mezcla de su arquitectura rural y los innegables encantos naturales con que se adorna. En ningún momento el visitante puede abstraerse del ruido que provoca la cascada que nace en el mismo centro de la localidad, y que es protagonista indiscutible de la estructura urbana; todo un paisaje kárstico modelado por el agua.
Las cristalinas aguas de la cascada Orbaneja del Castillo brotan en la base de la Cueva del Agua, caverna que se abre en el cantil rocoso que preside el pueblo, y que lo divide en dos partes: Villa y Puebla, condicionando por completo la vida de sus gentes.
Por esta cueva, que forma parte del interesante complejo kárstico de Orbaneja, tienen su salida natural las aguas subterráneas provenientes de un enorme acuífero situado en el subsuelo del páramo de Bricia. Este pequeño arroyo, que parte de la cueva, en su corto transcurrir crea una maravillosa cascada entre las casas del pueblo, justo después de dar fuerza motriz a un viejo molino. La sucesión de saltos de agua llega hasta la desembocadura en el gran río Ebro, que dio nombre a la península más sureña de Europa.
La Cueva del Agua ha motivado el interés para diversos estudiosos de la geología y ciencia afines. La cascada se mantiene de forma permanente durante todo el año, con las lógicas variaciones de caudal que le regalan las cuantiosas lluvias y el deshielo primaveral. Y es en época lluviosa cuando su elegancia desborda lo imaginable.
Cuando su atronador desplome es más intenso la contemplación del salto principal es una auténtica gozada, ya que a una caída vertical de unos 15 metros le suceden múltiples pequeños saltos escalonados que desparraman el cauce ampliando la base de la cascada de forma espectacular. Los sucesivos saltos, cada vez más pequeños y más anchos, hacen de esta cascada una espectáculo maravilloso. Totalmente recomendable. Y por cierto, ¿cómo se llama este pequeñísimo río que la forma? (apenas 500 metros de recorrido desde el origen hasta su afluencia en el Ebro). Me temo que nadie ha tenido a bien concederle un nombre reconocible: se le llama arroyo, arroyuelo, riachuelo, proyecto de río… es injusto que tal río ande sin nombre después de la maravilla que ha creado. Otros muchos mayores, jamás alcanzarán su sublime belleza.
En una pequeña taberna del pueblo, una bella poesía, asemeja la cascada a una brillante cabellera de mujer, y es ésta una comparación muy apropiada. Otra forma de ver el despliegue del agua es imaginar una esbelta «cola de caballo» como se conocen también este tipo de saltos. Una leyenda muy antigua, dice que estas cascadas son en realidad la cola del caballo blanco de Santiago, animal cuyo cuerpo se encuentra oculto en la montaña de la que surge la cola. Esto vale para muchas otras cascadas (de Tobazo, del Asón, de las Pisas….) y entronca con el peculiar cariño que nuestros antepasados mostraron por el apóstol hoy coronado como patrón de España.
En sus cercanías se encuentran las cascadas de Tubilla del Agua y la imponente cascada del Tobazo (ésta solo visible en épocas lluviosas y ya dentro del territorio administrativo de Cantabria). También se pueden visitar varias maravillosas ermitas rupestres (imprescindible la de Arroyuelos) y la colegiata de San Martín de Elines, una de las joyas del románico cántabro y español.