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CATEDRAL DE SANTIAGO DE COMPOSTELA: catedrales de España que merece la pena visitar

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La Catedral de Santiago de Compostela, situado en la ciudad homónima, en el centro de la provincia de La Coruña (Galicia), es la obra más sobresaliente del arte románico en España.

Acoge el que, según la tradición, es el sepulcro del Apóstol Santiago, lo cual convirtió al templo en uno de los principales destinos de peregrinación de Europa durante la Edad Media a través del llamado Camino de Santiago, una ruta iniciática en la que se seguía la estela de la Vía Láctea comunicando la península ibérica con el resto del continente.

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Esto fue determinante para que los reinos hispánicos medievales participaran en los movimientos culturales de la época; en la actualidad sigue siendo un importante destino de peregrinación. Un privilegio concedido en 1122 por el papa Calixto II declaró que serían «Año Santo» o «Año Jubilar» en Compostela todos los años en que el día 25 de julio, día de Santiago, coincidieran en domingo; este privilegio fue confirmado por el papa Alejandro III en su bula Regis aeterni en 1179.

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La Catedral de Santiago es la meta final de todos los Caminos de Santiago y, por si fuera poco, fue la piedra inaugural para la construcción de una urbe monumental, Santiago de Compostela, que nació en un bosque sagrado del fin del mundo con vocación de Ciudad Santa y Patrimonio de la Humanidad.

Bernardo el Viejo, Maestro Admirable, y Roberto, inician la construcción de la Catedral Románica en el año 1075 (s. XI), bajo el reinado de Alfonso VI y siendo Obispo D. Diego Peláez. Tras esta etapa inicial, diversos avatares suspenden o, cuando menos, ralentizan las obras hasta que toman un nuevo impulso en tiempos del Arzobispo Gelmírez, en el año 1100, a cargo del Maestro de Platerías; poco a poco la construcción de la Catedral irá avanzando a lo largo del siglo XII, encargándose, en 1168, al Maestro Mateo, la terminación de la misma, incluyendo el cierre occidental y la construcción del Coro en la nave mayor, de manera que en 1211 se celebra la consagración de la Basílica con la presencia de Alfonso IX.

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Este singular edificio es sucesor de otros anteriores que sirvieron para albergar y dignificar los restos del Apóstol descubiertos en «Compostela» (Campo de Estrellas) a comienzos del siglo IX, como las iglesias que en diferentes momentos mandaron construir los monarcas Alfonso II, Alfonso III y Bermudo II.

Aunque la estructura medieval se ha mantenido en lo fundamental, a lo largo de los siglos la Catedral ha ido variando su fisonomía con la construcción en el Renacimiento del Claustro y sus espacios anejos y, sobre todo en el Barroco, en que se realizan obras como la capilla mayor, los órganos, el cierre de la cabecera o la fachada del Obradoiro entre otras importantes actuaciones. Durante el Neoclasicismo se realiza la nueva fachada de la Azabachería y en los últimos cien años se han seguido realizando diversas actuaciones.

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Probablemente lo que más se distancie del primitivo proyecto románico -a pesar de la fama alcanzada- sea su fachada occidental o Pórtico de la Gloria edificado por el arquitecto Mateo.

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La tipología del templo es de lo que se ha dado en llamar «iglesias de peregrinación», cuyos exponentes son Santa Fe de Conques, San Serenín de Toulouse, San Martín de Tours y San Marcial de Limoges, además del propio templo compostelano. A lo largo de todos ellos se fueron ensayando diferentes formas de hacer, reuniendo Santiago la totalidad de la experiencia de los previos. La existencia de una continuidad entre las naves laterales y la girola, permitiendo un flujo procesional de fieles sin impedir el culto en nave central, además de la existencia en altura del triforio son dos de sus características.

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El Botafumeiro

El Botafumeiro (literalmente \’esparcidor de humo\’, en gallego) es uno de los símbolos más conocidos y populares de la Catedral de Santiago de Compostela.

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Es un enorme incensario que oscila por la nave lateral de la Catedral mediante un sistema de poleas tiradas por ocho hombres llamados tiraboleiros. El impulso y la parada del mismo se lleva a cabo por el \’tiraboleiro mayor\’, que además es el que marca el ritmo del impulso.

El botafumeiro pesa 53 kg y es de un metro y medio de altura. Se eleva a 20 metros y puede llegar a alcanzar una velocidad de 70 kilómetros por hora. Como anécdota, se cuenta que en 1499 se desprendió el botafumeiro y salió por la Puerta de Platerías, en presencia de Catalina de Aragón, que estaba de visita en Santiago. Similares situaciones ocurrieron en 1622 y 1937, pero en ninguna ocasión hubo víctimas por el desprendimiento.

El Botafumeiro se utiliza por motivos litúrgicos, del mismo modo que cualquier sacerdote utilizaría un incensario en el altar, y funciona en las principales solemnidades de la Catedral, durante la procesión de entrada, o al finalizar la Eucaristía. Este gran incensario quiere simbolizar la verdadera actitud del creyente. Así como el humo del incienso sube hacia lo más alto de las naves del templo, así también las oraciones de los peregrinos deben alzarse hacia el corazón de Dios. Y así como el aroma del incienso perfuma toda la basílica compostelana, de igual modo el cristiano, con sus virtudes y el testimonio de su vida, debe impregnar del buen olor de Cristo, la sociedad en la que vive.

El botafumeiro puede admirarse en las misas solemnes. El resto de los días se utiliza y está expuesto una copia de tamaño algo menor al original realizada en alpaca, que se conoce con el nombre de La alcachofa.

Santiago de Compostela: Santa María del Sar

La catedral de Santiago de Compostela no es el único monumento románico de la ciudad. En las afueras, se encuentra la Colegiata de Santa María del Sar.

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Es un edificio de gran porte, con tres naves rematadas en cabecera tripartita de gran belleza gracias a su equilibrado ábside poligonal con ventanas y columnas.

La fachada occidental es muy austera y el muro norte está tapado por los enormes arbotantes que tuvieron que construirse en época posterior para evitar su desplome.

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En el interior lo más inmediatamente perceptible es la acusada desviación de los arcos formeros y pilares hacia el exterior, posiblemente por la acción de filtraciones de agua del Río Sar. No debemos dejar de ver el interior del ábside central con sus proporcionadas arquerías murales superpuestas.

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El claustro conserva un ala de estilo románico también alterado por contrafuertes. Sus arcos son de gran barroquismo por sus arquivoltas repletas de motivos florales y geométricos.

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